domingo, 24 de mayo de 2009

Mi confrontación con la docencia

¿Cómo percibo mi docencia?
Para mi ser docente ha sido una de las experiencias más importantes de mi vida, pues estoy en ella desde hace 30 años, he pasado más tiempo en las aulas ya sea como estudiante o como maestra que en otras actividades.
Ser maestra me ha definido no sólo como profesional, sino como persona, ha marcado el rumbo de mi vida, pues no podemos dejar de ser maestros en ningún lado (algunos lo llaman deformación profesional), yo lo llamo integralidad del ser.
Mi decisión para elegir la carrera fue muy controvertida, mi mamá decía que siempre jugaba a eso, pero qué niño no lo hace, quién no juega a los bomberos, a la casita, a las comadritas, en fin, a los roles que el niño va viviendo día a día?. Yo no estoy tan convencida de eso que llaman vocación, creo que ésta se desarrolla en el ejercer cotidiano. Creo que mi decisión estuvo permeada por tener una familia de profesores: abuelos, padres, tíos, en fin.
Bueno así decido entrar a la Normal, para estudiar para profesora de educación primaria, carrera que realizo en cuatro años, los últimos tres ya en la ciudad de Aguascalientes (pues soy hidalguense), al egresar me quedo a trabajar en el mismo Estado, en una escuela rural tridocente, junto a ello inicio mi Licenciatura en la Normal Superior. Eran los años 80s, ahí mis sueños, mis conocimientos y las expectativas que tenía al salir de la Normal, abruptamente fueron rotas, por qué?, pues porque la realidad distaba mucho de lo que habíamos aprendido, porque jamás habíamos salido a “practicar” en aulas multigrado, porque muchas de las teorías que habíamos aprendido eran eso teorías que no sabíamos bajar a la cotidianeidad. Bueno con trompicones, ganas, susto y mucha pero mucha alegría empecé mi carrera.
Ahora, a la distancia, pienso que si bien a lo mejor ingresé sin vocación a la carrera, no me hubiera gustado tener otra profesión, porque pienso que no sólo por que es una manera para poder vivir, sino porque es una forma de vida, es decir, para mi, ser maestra se ha convertido en una parte intrínseca de mi persona; no se vale decir que si el apostolado, que si es un trabajo, que si es un oficio o que si es un arte, para Anabel, el ser maestra es una forma de vida, forma que escogí y que por libre albedrío continué, porque muchos de mis compañeros salieron de la profesión y hoy trabajan en otra cosa, pero cuando estás con los niños (como maestra de primaria) y los escuchas empezar a leer, la emoción que te embarga es tan grande, que por lo menos yo no la puedo describir. Y después con adultos, cuando tienes discusiones académicas en donde pones en la mesa todos tus saberes, y reflexionas, y construyes con los otros conocimientos, eso también te llena como profesional. Pienso y siento que es una labor noble que se diluye entre el marasmo de un grupo tan heterogéneo, con distintos puntos de partida y de llegada, en donde existen tantos problemas.
Eso es lo que no me satisface de mi profesión, porque pienso que hay muchos que siendo profesores no les gusta serlo y que sólo parodian a los verdaderos profesores. Otro asunto que no me satisface es que no hay realmente un esfuerzo para apoyar la calidad de la educación, pues sólo se centran en un aspecto, cuando el asunto es multifactorial; y algo que también creo que va en menoscabo de la profesión es que no se difunden las experiencias exitosas, soy una convencida de que una gran cantidad de maestros en nuestro país tiene mucho que enseñar a sus iguales, pero en el aislamiento que se encuentran les impide tener un diálogo.
En otro orden de ideas, en la actualidad, como maestra de Educación Superior, el trabajar con maestros de educación básica me llena en todos los aspectos, intercambiar con ellos puntos de vista a veces divergentes, otras convergentes, te permite ir aprendiendo en una dinámica social muy interesante, creo que mi labor con ellos no es “enseñar” sino ser el puente entre ellos y los objetos de conocimiento, para acompañarlos en ese trayecto de formación que están llevando a cabo; pero mi compañía no es sólo presencia, sino es de un ente dialógico con el que se pueden intercambiar saberes y haceres para, junto a ellos, buscar ser mejores en lo que hacemos cotidianamente. En cambio con los alumnos egresados de bachillerato, la dinámica cambia, pues sus intereses y expectativas son otros, en este ámbito tuve que entrar a la “cultura de los jóvenes”, una cultura desconocida para mí, pues por edad no concebía muchas de las cosas que ellos dicen y hacen. Sin embargo, después de una etapa de acomodo, ahora creo que estoy siendo una maestra para ellos.
Bienvenidos los comentarios

Anabel

1 comentario:

  1. Maestra Anabel, leí su confrontación y se me hace muy bonita, ya que al final usted confiesa que de no se arrepiente de haber escogido esta profesión, yo en cambio me preguntan que si que otra carrera estudiaría y nuevamente digo para maestra.
    Es maravilloso ser maestro.

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